La Brigada Latina en Pleven tuvo la oportunidad de acercarse a la historia local del pueblo búlgaro. El acercamiento al ciudadano búlgaro de a pie fue una de las experiencias más vitales durante las actividades programadas en el desarrollo de la Brigada.
La representación latinoamericana en la Brigada pudo ser testigo por breve tiempo de los acontecimientos más relevantes del Siglo XIX en Bulgaria. Por ejemplo, la guerra ruso-turca entre 1878-1879, recreada en el Museo de Pleven. Podés ver los carros y armas de combate que las potencias beligerantes emplearon durante aquellos días aciagos.
La representación latinoamericana en la Brigada pudo ser testigo por breve tiempo de los acontecimientos más relevantes del Siglo XIX en Bulgaria. Por ejemplo, la guerra ruso-turca entre 1878-1879, recreada en el Museo de Pleven. Podés ver los carros y armas de combate que las potencias beligerantes emplearon durante aquellos días aciagos.
Los jinetes montan sus briosos corceles animando a los soldados al combate; algunos húsares giran órdenes a sus tropas de asalto, enormes zanjas llenas de cadáveres atestiguan la lucha encarnizada y prolongada, pero también la crudeldad de los combates. Los murales y las pinturas acercan al observador a los hechos que, sin importar objetividad, definitivamente son mudos testigos de esa dura etapa de la construcción del Estado búlgaro.
Otro viaje digno de destacarse fue la visita a los Balcanes, pero sobre todo por la historia moderna de la Maika. El grupo latino pudo palpar de cerca la vida común y corriente del Héroe Nacional Basil Levski, al visitar su pueblito natal. En el lugar casi se siente la presencia misteriosa del Héroe que sacrificó su vida por la construcción de una Bulgaria para todos y todas y, que en aquel momento, parecía inerme y sojuzgada por la bota otomana.
La sencillez de sus habitantes es estremecedora. La gente es cordial y gran conversadora, sobre todo los viejitos y viejitas que evocan, cuentan y recuentan la historia, sus historias y la de Levski. Las pogachas, el domashno vino y la gledka raquía son fieles compañeros durante los breves conversatorios con los extraños visitantes. El brevísimo encuentro no está exento de lágrimas. Las consecuencias de la guerra y sus horrores todavía atormentan el recuerdo de los abuelos y abuelas que perdieron en algún momento de sus existencias a sus seres queridos. Esos ancianos y ancianas todavía viven para contarlo. Son historia de carne y hueso.
Después de las cansinas pero agradables jornadas de trabajo en el Combinado de Conservas alimenticias de Pleven, uno podía ir de paseo y refocilarse de lo lindo por los más bellos parajes del Parque de Atracciones de la Ciudad. En realidada es un sitio que invita al descanso y al ocio. Veamos. Aunque existen muchas sorpresas y atractivos, llama poderosamente la atención la Casa de los Espejos. Uno ingresa al lugar y en las paredes se ordenan largos espejos que reflejan tu propia imagen deformada: cabezas enormes, traseros desproporcionados, brazos y piernas enanas, panzas exhuberantes y ojos de cíclopes, en fin, volvés a recordar en el lugar las divertidas escenas que narró felizmente el cubanísimo Jorge Onelio Cardoso en su cuento "El Perro".
Las noches de Pleven son adorables. Sus bares y fondas te convidan con sus "frescos racimos". Las comidas y bebidas están por doquier. La gente todavía acostumbra a caminar por las calles y sin miedo a que les atropelle algún automóvil. En el centro de la pequeña y linda ciudad, podés disfrutar del rumos del agua en las vistosas fuentes luminosas. Y si de cervezas se trata, podés en el acto ordenar tu plevensko pivo y el barista, --estrella fugaz--te atiende amablemente.
Pero la gente de Pleven es, sin lugar a dudas, la perla más preciada de la Ciudad. Son muy amables, hospitalarios y sensibles. La gente lee muchísimo. Eso se puede ver en los parques y áreas de descanso de Pleven. En las conversaciones más cotidianas, el visitante avispado notará casi al instante el rico bagaje intelectual de los citadinos.
Otro viaje digno de destacarse fue la visita a los Balcanes, pero sobre todo por la historia moderna de la Maika. El grupo latino pudo palpar de cerca la vida común y corriente del Héroe Nacional Basil Levski, al visitar su pueblito natal. En el lugar casi se siente la presencia misteriosa del Héroe que sacrificó su vida por la construcción de una Bulgaria para todos y todas y, que en aquel momento, parecía inerme y sojuzgada por la bota otomana.
La sencillez de sus habitantes es estremecedora. La gente es cordial y gran conversadora, sobre todo los viejitos y viejitas que evocan, cuentan y recuentan la historia, sus historias y la de Levski. Las pogachas, el domashno vino y la gledka raquía son fieles compañeros durante los breves conversatorios con los extraños visitantes. El brevísimo encuentro no está exento de lágrimas. Las consecuencias de la guerra y sus horrores todavía atormentan el recuerdo de los abuelos y abuelas que perdieron en algún momento de sus existencias a sus seres queridos. Esos ancianos y ancianas todavía viven para contarlo. Son historia de carne y hueso.
Después de las cansinas pero agradables jornadas de trabajo en el Combinado de Conservas alimenticias de Pleven, uno podía ir de paseo y refocilarse de lo lindo por los más bellos parajes del Parque de Atracciones de la Ciudad. En realidada es un sitio que invita al descanso y al ocio. Veamos. Aunque existen muchas sorpresas y atractivos, llama poderosamente la atención la Casa de los Espejos. Uno ingresa al lugar y en las paredes se ordenan largos espejos que reflejan tu propia imagen deformada: cabezas enormes, traseros desproporcionados, brazos y piernas enanas, panzas exhuberantes y ojos de cíclopes, en fin, volvés a recordar en el lugar las divertidas escenas que narró felizmente el cubanísimo Jorge Onelio Cardoso en su cuento "El Perro".
Las noches de Pleven son adorables. Sus bares y fondas te convidan con sus "frescos racimos". Las comidas y bebidas están por doquier. La gente todavía acostumbra a caminar por las calles y sin miedo a que les atropelle algún automóvil. En el centro de la pequeña y linda ciudad, podés disfrutar del rumos del agua en las vistosas fuentes luminosas. Y si de cervezas se trata, podés en el acto ordenar tu plevensko pivo y el barista, --estrella fugaz--te atiende amablemente.
Pero la gente de Pleven es, sin lugar a dudas, la perla más preciada de la Ciudad. Son muy amables, hospitalarios y sensibles. La gente lee muchísimo. Eso se puede ver en los parques y áreas de descanso de Pleven. En las conversaciones más cotidianas, el visitante avispado notará casi al instante el rico bagaje intelectual de los citadinos.
El Comité de la Brigada Latinoamericana de Pleven estuvo coordinado por aquellos días por Rigoberto Gadea, (Ping-Pong), quien logró conseguir con los komsomolets un chavdar para visitar el puente-bazar de Lovech. Era techado (evoca a los puentes de Madison, /Clint Eastwood & Sarandon/), debajo del cual corrían las frias aguas del Rio. En el puente-bazar se exhibían obras de la creación popular, pinturas, recuerdos, souvenires variados y para todos los gustos.
Antes de atender la última llamada de Ping Pong al grupo, llama poderosamente la atención un grupo de viejitos que estaba en el otro extremo del puente: vendían legumbres, hortalizas, semillas de girasol y miel de abejas. Pero más que sus ventas, el atractivo principal de la reunión era que contaban retazos de la historia local. Nos hacían recordar a los juglares y trovadores de la edad media europea o a los narradores sin tiempo de las tribus amazónicas y mesoamericanas entes del genocidio perpetrado por la muy católica Europa con sus empresas descubridoras y de conquista.
Un viejecillo, sabiendo que el grupo emprendía su viaje de regreso a Pleven, regaló como despedida a los bullangueros y desconocidos visitantes, con voz entrecortada, casi inaudible y hecha una queja un pequeño fragmento de una canción que le gustaba a Dimitrov: "tijo polujba vecherni prosladen...ei tamo lodka, tekmo ne snaesch, nali velnite bes krainata yir..." Eso es Pleven, eso y más es la Maika, una historia andante, con su gente tierna, generosa, emotiva y siempre hospitalaria. Fin.
Un viejecillo, sabiendo que el grupo emprendía su viaje de regreso a Pleven, regaló como despedida a los bullangueros y desconocidos visitantes, con voz entrecortada, casi inaudible y hecha una queja un pequeño fragmento de una canción que le gustaba a Dimitrov: "tijo polujba vecherni prosladen...ei tamo lodka, tekmo ne snaesch, nali velnite bes krainata yir..." Eso es Pleven, eso y más es la Maika, una historia andante, con su gente tierna, generosa, emotiva y siempre hospitalaria. Fin.
PD. Lista de la gente que estuvo en Pleven (Los que recuerdo). Nolvia, Tristeza, Eddy, Mario Siles, Gabby, Moisés, Jorgito , William Pérez (¿dónde está mi dado?), Olivia, Julito cubano, Push&Pull, El Chele Gerardo, Hermógenes (Termo), Belkys, Juan José, Liz Edel, Ivonna Tácheva, Jorge Paniagua, Dieguito, Jorge Rugama, Rosa (Miliciana), Merceditas, Rosibel, Sonia (Paraguaya), Rorro chileno, el fautas, Mario Cantinflas, Salvador, Juan Carlos Valle Ascencio, Olmedo, Bolivar el Indio, Rodrigo Medrano, Paloegato, Illya, Petronilo, Guillermo (quizqueyano de Plovdiv), Claudia Aviles, Mauro, Pedrito stotinki, Roberto de (Minas) El Gato, Tony, Mario Chileno y varios salvadoreños que no recuerdo sus nombres, lamentablemente.
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