jueves, 24 de enero de 2008

ORÍGENES DE LA BANDA MUSICAL LATINA "TASBA PRI"


INOCENCIA Y BOHEMIA PURA

"La objetividad del narrador es una invención moderna,
basta ver que ni Dios Nuestro Señor la quiso en su Libro".
/José Saramago: La Balsa de Piedra, p. 311/


Por: Francisco Altamirano "El Tigre" de Nicaragua.
http://latinos-bg.blogspot.com/2008/01/reapareci-uno-de-nuestros-principales.html

Aprovechando el breve receso de las carabinas en Nicaragua a inicios de los ochenta, un pequeño grupo de jóvenes estudiantes abordó casi de incógnito el viejo 747 propiedad de la aerolínea de bandera nacional que conectaba en algún lugar de Centroamérica con Iberia, que los llevaría hasta su destino final: Sofia.

Viajaban en ese vuelo los fundadores de la Banda Tasba Pri (Tierra Libre en mísquito): Sergio, que ostentaba tres nobles nombres entre sus amigotes: Cheyito, El Salsero y El Zoilo; Samuel, conocido por sus más cercanos como La Yaba; Hiparco es simplemente Isauro I; Daniel que, según el escribidor de esta crónica, no registró o acuñó ningún mote o alias de consideración; Henry, que es lo mismo decir Jirafa o Jirafita y, Mauricio, con los célebres Gueba o Santanita.

Tasba Pri, tenía básicamente el formato de grupo de agitación y propaganda. Aunque no se encerró en la canción contestataria pues, participaba con mucha insistencia en festivales de jazz, rock alternativo y en actos masivos junto a artistas búlgaros de conocida trayectoria nacional. Memorables fueron sus toques en el Palacio de La Cultura o en estadios capitalinos, frente a una muchedumbre ansiosa que esperaba derbys entre los más encumbrados equipos de primera división de fut, en solidaridad con Nuestra América y sus luchas. La Banda grabó discretos trabajos para la televisión regional búlgara junto a otros grupos y colegas del gremio.

La Banda recorrió casi todas las ciudades más importantes de la Maika, incluyendo por supuesto, pueblos y villas del Gran Dóbruya, La Balkana y Los Rodopi. Degustó el joró, las canciones bucólicas del agreste espinazo del interior balcánico, las brigadas combinadas de estudiantes búlgaros y del resto del mundo; compartió pan y vino junto a los gitanos, turcos y búlgaros, en un abrazo fraterno, soñando, cantando y viviendo. Interpretó, en ocasiones, la balada y el pop-rock búlgaro (en Dimitrovgrad, por ejemplo).

No fue una isla. Se hermanó con grupos y solistas latinoamericanos y de otros continentes en infinitas ocasiones. En ese sentido, los festivales "Victor Jara" fueron el principal hilo conductor. Con respeto y asombro disfrutó de las danzas guerreras de los zulúes, verdaderos espectáculos de la identidad africana; junto a los artistas mozambicanos y angolanos sufrió a más no poder la saudade de su música; con los inolvidables y terribles meninos y hermanos del Grupo Barraca (Padro y Pablo, sobre todo). En celebración absoluta y total con los gemelos palestinos y sarahuíes que con sus tamboriles nos trasladaban hasta sus violentas y ásperas tierras. La sala Jristo Botev fue cómplice y testigo de esas intensas y bien vividas jornadas.

La anécdota: Bíser Kírov compartió espacios con la Banda en la soleada Varna. Con la enorme guitarra de bard cantor, en el preciso momento de cantar Nicaragua Nicaraguita, y, frente a un mar de gente, y ante la mirada atónita de los nicas que vivían en la hermosa ciudad, Di Tayguer, el mismisimo Francisco Ramón Altamirano Hernández, lloró a moco tendido en pleno escenario. Por ahora no importan las razones, sólo se sabe que eran muy poderosas. Durante el incómodo impasse, la gente aplaudió larga y generosamente. Pasado el indecible momento, el siempre bohemio cantor continuó cantando para la Revolución.

Se agregaron a La Banda meses después de su fundación, El Poeta y Di Tayguer. Más adelante se juntaron en diferentes períodos y épocas Tapasalastes, Liz Edel Rocha, Idalia Vargas (la más disciplinada de todos), Pasionaria Barreda (la mejor voz femenina del Tasba), Gabby (mimada en La Banda), Wichi, El Tony Varetta, Harry el Sucio, y David García.

Entre la inocencia, la imaginación y la bohemia pura, entre la rebeldía y la posibilidad de construir Nuestra América auténtica y vigorosa, Tasba Pri se fue, para siempre, con la satisfacción del deber cumplido.

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